El panorama de Michoacán en las últimas semanas, especialmente la más cercana a esta fecha era de una franca tendencia a la beligerancia desatada entre dos grupos “ciudadanos” con y sin comillas. Dos grupos de personas, delincuentes unos; contra delincuentes otros (así las denominaciones caigan en la errónea generalización) cuyas diferencias, al menos las territoriales se comenzaron a dirimir a balazos.

De ahí a la guerra civil hay solo un paso. Al menos eso dijo públicamente el ex candidato al gobierno del estado y coordinador legislativo del PRD, Silvano Aureoles.

Por eso la intervención del Estado en abierta manifestación de poderío de fuego, la cual –se ha confirmado– ya produjo bajas humanas, palabrería tras la cual se esconde, eufemísticamente la triste palabra muerte. La muerte es la segunda consecuencia de la guerra.

La primera es la huida, la fuga masiva, el éxodo de personas principalmente de las zonas fronterizas a los sitios en conflicto. Por eso muchos michoacanos ya voltean la vista hacia Colima; algunos a Jalisco y los menos al estado de México o el Distrito Federal. El miedo y el hartazgo empujan a las personas a la fuga.

Así lo han reportado los diarios:

“A las comunidades de El Ranchito, municipio de Coahuyana, en Michoacán, y Cerro de Ortega, en Colima, sólo los separa un puente. Esa es la salida por la que ha optado un número indeterminado de ciudadanos para escapar de la violencia.

“En El Chanal, municipio de Colima, viven al menos 100 personas que fueron “desplazadas” en septiembre pasado, cuando las autodefensas tomaron Aquila. Ahora, algunos familiares comenzaron a sumarse al éxodo.

“Vecinos de la zona confirmaron que familias de Michoacán están buscando refugio en la comunidad de Cerro Ortega, en el municipio de Tecomán; su segunda alternativa, es el ayuntamiento de Armería. Buscan protección ante las pugnas que se viven en el estado vecino por la presencia de autodefensas y de la delincuencia organizada.

“Ante esta “ola de refugiados”, el gobernador Mario Anguiano Moreno instruyó a los cuerpos de seguridad pública a “reforzar la seguridad en la zona limítrofe” y con ello tratar de evitar que la entidad “se contagie” de la intranquilidad y violencia que se viene registrando en el vecino estado. Dijo que cuentan con el respaldo del Ejército, la Marina y de la Policía Federal”.

Pero más allá´ de la evidencia del éxodo, la cual silenciosamente diagnostica y condena una situación, cada día se pronuncia en más bocas la palabra prohibida o al menos proscrita: esto es una guerra. Si todos quisieron evitar a toda costa –sobre todo sus escasos simpatizantes–, la expresión “La guerra de Calderón”, hoy se proscribe la palabra guerra para describir el uso de las armas en el enfrentamiento de un problema

Si noes una fuera en algo s le parece. La ocupación de territorios por la fuerza de las armas y la eliminación o captura al menos de quien a ello se ponga, es una guerra y el sabotaje, la bomba, el incendio, el bloqueo, la llamarada en edificios públicos, el ataque a la población civil, sobre todo con pretextos de reivindicación, es guerrilla.

–¿Ganamos algo con enmascarar las palabras?

Nada, solamente escuchar su voz debajo de la máscara.

NAPOLEON*

Como ignoro todo acerca del arte de la guerra, cuyo aprendizaje no se logra leyendo las citas de Sun-Tsu, como creen algunos de mis colegas, comento algunas máximas militares legadas para quien lo necesite por el Gran Corso. El si sabía de este asunto.

“Un plan de guerra debe prever todo lo que el enemigo puede hacer y con tener los medios para impedírselo”.

”El paso del orden defensivo al orden ofensivo es una de las operaciones más delicadas de la guerra.”

“En la guerra solo el comandante comprende la importancia de ciertas cosas, y únicamente él por su voluntad y brillo superior, puede vencer yt superar las dificultades.”

“La guerra, como el gobierno, es asunto de tacto.”

Y esta otra cuya justeza nos viene ahora a los mexicanos como sortija en el dedo:

“Una nación ilustrada no se gobierna con leyes, se necesita fuerza, orden y unidad en todos los actos públicos.”

“Los derechos del soberano no son los del pueblo. El derecho del pueblo es someterse a las leyes.”

LA “X”

Elemento recurrente en la arquitectura de Pedro Ramírez Vásquez la “X”, en sus diferentes aplicaciones para celosías y ornamento de las rudas estructuras, define y distingue muchas de sus obras.

En el patio central de la Cámara de Diputados, donde están la bandera y la rotativa donde se imprimió la Constitución de 1917, hay toda una elaborada ornamentación con mil 968 cruces en diagonal (eso es una “X”) de aproximadamente un metro cuadrado (con una profundidad de sesenta centímetros) cada una. Aisladamente las piezas son esculturas geométricas de aluminio elaboradas con la colaboración de arquitecto Eduardo Terrazas.

En total son más de ciento cincuenta toneladas de aluminio y cada una de las piezas ha sido remozada. Una a una. Obra gigantesca, así como la sustitución del mármol de los muros. Artesanalmente los elementos de esta gigantesca celosía han sido sujetados con alambre de bronce.

Pero la Cámara no podía aplazar estas obras de mantenimiento. Se estaba cayendo a pedazos.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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