Sucede con frecuencia. Cuando hay un asunto de importancia para el gobierno, como ha ocurrido con la Reforma Energética, los políticos de un signo u otro; los afines y los críticos, se aposentan y transitoriamente en los espacios de opinión de los medios. En la radio y la TV, lo hacen de otro modo: se procuran entrevistas a modo, en las cuales sueltan de su ronco pecho las ideas de su compromiso; sus proclamas, sus manifiestos mediáticos.
Obviamente son irrupciones fugaces. Difícilmente alguno de ellos cambiaría sus posiciones legislativas, partidarias o en el Ejecutivo, a cambio del magro estipendio de las colaboraciones editoriales, pero cuando los periódicos son necesarios, sirven no solo para calentar braseros, sino para
Algunas de esas colaboraciones tiene indudablemente mérito de divulgación. Otras sirven para aclarar ideas. Otras más para exhibir talentos dormidos o habilidades gramaticales verdaderamente notables, las haya escrito quien las haya escrito (el “ghost writer” es una herramienta del talento político), lo importante es quien las firma.
Por eso en esta ocasión someto a su consideración varios ejemplos. Vea usted cómo juega la pluma política en los espacios de la prensa. Una chulada.
David Penchyna, Reforma (18 de diciembre).- “La dimensión de la reforma habla de una responsabilidad de Estado atribuible al Ejecutivo Federal, al Poder Legislativo, a los partidos políticos y a los Congresos locales, que asumieron como impostergable el rediseño legal e institucional del sector, en un complejo marco de alternancia democrática.
“El PRI debió romper primero un paradigma ideológico, para poder cambiar el paradigma del sector energético nacional. El PAN -lo reconozco tras mil y un batallas libradas en la arena política- tuvo la estatura de una oposición racional y madura. El Partido Verde incidió en la construcción de una reforma que apuesta a un modelo energético sustentable desde la Constitución. El Partido Nueva Alianza fue congruente en el Congreso, con lo promovido en su plataforma electoral. Una mayoría que habrá de ser calificada en la historia por hechos, y no juzgada por omisiones.
“La izquierda mexicana, dividida en cuatro frentes -PRD, PT, MC y Morena-, decidió con pleno derecho, oponerse a la Reforma Energética. Aunque nunca compartí sus razones ni las acciones que implementaron en el momento más álgido de la discusión, respeto la voz de ciudadanos que se expresan en una democracia representativa, a través de mis compañeros legisladores. Valoro la enorme contribución que tuvo la dirigencia del PRD al sentarse a la mesa del Pacto por México, piedra angular de la histórica agenda de reformas aprobadas en el primer año de ejercicio de la LXII Legislatura. Reconozco la participación activa del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas -hombre de principios inamovibles- en los Foros de Debate celebrados en el Senado de la República para enriquecer la discusión y la reforma. Respeto la libertad de un ciudadano como el Lic. Andrés Manuel López Obrador, para oponerse a la transformación del sector energético. El consenso nunca fue una aspiración, porque el cambio a pesar del disenso es inequívoco síntoma democrático”.
Pero hay otras tendencias.
Manuel Bartlett, El universal (19 de diciembre).- “Desde la presidencia sometida a Estados Unidos e impulsada por la corrupción de las élites ”prianistas”, se fraguó la regresión histórica más profunda desde 1977: la reforma de los artículos 25, 27 y 28 constitucionales, obsequiando el regreso de las petroleras anglosajonas a explotar el petróleo en nuestro territorio y a las empresas eléctricas extranjeras que ante su desinterés por electrificar todo el territorio el sector fue nacionalizado.
“Se desnacionaliza así la explotación del petróleo y la industria petrolera íntegra y el servicio eléctrico, despojando así al Estado de su exclusividad para garantizar los intereses nacionales, abandonando la energía a intereses privados.”
Jesús Reyes Heroles G., en El universal, saca la franela y le lustra la portezuela al auto presidencial: “”No hay precedente de un conjunto de reformas económicas y políticas tan integral profundo como el que el presidente Enrique Peña Nieto comprometió en campaña e instrumentó en un solo año. Sin embargo el reconocimiento de esta hazaña política y de gobierno es escaso y muy diferente dentro y fuera de México.”
En contraste en esas mismas páginas, Jesús Zambrano se lamenta en tono fúnebre: “Estamos de duelo. La nación está de luto Le han asestado un duro golpe en su esencia soberana, y le duele en el alma y el corazón, porque ahí se han concentrado las regresivas reformas constitucionales en materia energética de los últimos días.
“Son decisiones que trastocan las bases mismas del país que inició una nueva etapa de su construcción después de la Revolución de 1910, que se abrió a la búsqueda de una nueva identidad con la Constitución de 1917 y se afianzó en su soberanía con la expropiación petrolera de 1938 con el Presidente Lázaro Cárdenas, la cual puso en manos del Estado mexicano el manejo total de la de la riqueza petrolera y de los hidrocarburos. El México de hoy es impensable sin esas definiciones y sin esa historia.”
–¿Y tu que quieres ser de grande?, le dijeron al niño.
–Yo, periodista. Y acabo de político.