La reciente fractura en un acuerdo tripartita de negociación y concurrencia cuya denominación de «Pacto por México» fue desde el principio un tanto rimbombante, no deja de ser sin embargo un hecho curioso: el Partido de la Revolución Democrática, logró, precisamente a través de ese mecanismo, avances programáticos imposibles desde el aislamiento recalcitrante el ensimismamiento autista.
La inclusión de tantos pun tos de vista del PRD en las reformas hasta ahora logradas en México o habría sido posible sin el pacto, lo cual a pesar de todo plantea una nueva paradoja de las muchas a las cuales la política nos tiene acostumbrados. Sin el Pacto el PRD se habría diluido, desvanecido como se mostraba su propia dirigencia tras la batalla electoral tan llena de impugnaciones.
Sin el Pacto hubieran naufragado, pero si por el pacto pudieron salir a flote, necesitaban romper la alianza para seguir una travesía cuya independencia los llevara a la singladura autónoma.
Sin el pacto se habrían estancado; dentro del pacto se habrían desviado, especialmente ajora cuando la discusión petrolera nacional se quiere resolver casi entre monosílabos. Sí o no.
–¿Permitimos el regreso de los capitales y manos a una industria arrebatada precisamente a esas manos y a esos capitales hace 75 años? ¿Ignoramos el significado de la recuperación en el diseño del nacionalismo mexicano, existente hasta hace algunos años? ¿Diseñamos el país con un libro de historia o con una calculadora de “lap top”
No se hace esta columna es preguntas, se las hacen ellos y preparan, como hoy, una adhesión sea física o simbólica a la gran temporada de manifestaciones (otras más) con las cuales los grupos disidentes, de cualquier matiz, tendencia o especialidad, harán su presencia estridente.
Ya no tiene demasiado caso seguir con la discusión de si las reformas son necesarias o no. Lo notable ahora es ver hasta dónde se puede conciliar autonomía con pertenencia.
¿Es el pacto una zona de acuerdo obligatorio, de consenso (sinónimo de una unanimidad, por otra parte) o es una posibilidad organizada de discutir con orden y concierto para después llevar los documentos y elementos a las cámaras, dictaminar y votar en la plenitud del Congreso?
Obviamente el Pacto no es sino un ámbito de preparación; no de solución y obviamente su vida útil ya estaba cercana al final. Si éste se presenta con el divorcio, si el trío de tres se convierte en el trío de dos, esos ya son otros López, sin alusión alguna –por ahora– al López mayor de nuestra patria cuyas baterías ya se enfilan más allá del éxito o fracaso de sus “cercos pacíficos” a las sedes legislativas nacionales; el Senado y la Cámara de Diputados.
Como ya no puede tomar la tribuna, ahora tomará la banqueta. Pero en fin, ese es otro tema.
–Se pacta para negociar o se negocia para pactar, se preguntaría cualquier politólogo incluido René Arteaga.
En los arranques de este gobierno cuya solitaria vela en el pastel ha sido apagada durante los días del pacto desgarrado, la naturaleza del acuerdo fue descrita como un espacio de negociación de los puntos de acuerdo para llegar al Acuerdo.
Por su naturaleza, entonces, una vez logrados los Acuerdos con minúscula, desaparecería el escenario del acuerdo, con minúscula. Y eso no se ha cumplido del todo.
Muchas cosas han quedado de lado pues el gobierno (promotor por iniciativa, también del PRD, del pacto; ¡Oh!, cosa) ha sido acusado de negociar fuera del pacto; es decir, una especie de infidelidad en la Triple Alianza, dándola a esta palabra el mismo sentido de las argollas matrimoniales.
El tercero en discordia ha pillado a los otros dos en lo oscurito haciéndose tocamientos el uno al otro, y le han dado el pretexto ideal para zafarse y regresar al redil de la vieja mística nacionalista sin la cual su denominación de izquierda desaparecería (dice Dashiel Hammet) “como un puño cuando se abre la mano”, lo cual sería imposible para aquellos quienes siempre dijeron, este puño sí se ve.
Pero veamos las palabras de los interesados y hallemos en ellas las huellas de sus inmutables destinos:
“Ayer fuimos a decirles al PRI, PAN y al Gobierno Federal en una reunión (Jesús Zambrano) cuáles son las razones por las que el PRD había tomado la determinación de salirse del Pacto por México. No llegamos a nada, sólo a que se iba a revisar en el Senado lo que ya estaba planteando.
«Sobre lo energético nuestra posición es muy clara ni siquiera se ha discutido en una reunión del Pacto por México y no vamos a permitir que pasen por encima de nosotros para que antes del 15 de diciembre saquen la reforma que ellos están construyendo a su modo… hay que dejar en claro que nuestra participación en el Pacto ha sido para construir acuerdos entre tres fuerzas, cuando se hace sólo entre dos entonces el mismo deja de existir»
Y como la incompleta reforma del estatuto del DF, urgido de una Constitución propia y una inclusión real y completa en la estructura nacional federal fue una de las invocaciones para dejar el mecanismo de consulta y acuerdo permanente (PPM), la opinión de Miguel Ángel Mancera vale algo:
“Luego de que el PRD anunciara su salida del Pacto por México, el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, llamó a las fuerzas políticas del país y en particular a las involucradas en la discusión de la reforma política a no regatear al Distrito Federal su autonomía.
«Quiero hacer un llamado a todas las fuerzas políticas del país, a todas las instancias que se han ocupado de la reforma política, para que no se regatee a la Ciudad de México su autonomía.
«Es un momento decisivo y lo tenemos que llevar a cabo, que no se le regatee de ninguna manera a la Ciudad de México».
VARGAS
Con motivo de la omnipresencia de Mario Vargas Llosa en este país y sus reciente declaraciones, algunas de ellas en su visitas (inevitable) a presidente de la República, le envíe un mensaje a un amigo, el cual ahora reproduzco:
Pues ahora resulta, señoras y señores, como hubiera dicho mi mamá, pues siempre no; no, no era el Partido Revolucionario Institucional la dictadura perfecta. No era ni lo uno ni lo otro. Ni perfección ni pleno autoritarismo (de seguro no han visitado la memoria de Stalin o Franco; eso si es cosa seria), más bien fue un largo y resistente juego de palabras al cual le hicieron caso, como siempre, los impresionables, los políticamente correctos quienes por años desacreditaron a los otros, a los reacios al fácil aplauso de la bonita y oportuna frase literaria. La dictadura perfecta, vaya título para una novela, dijimos algunos. Y vaya tunda en aquellos tiempos.
¡Ah!, pero Don Mario Vargas Llosa regresa a México convertido en una mansa oveja y con el acorazado Premio Nobel bajo el brazo, con lo cual ya todo se le puede permitir, entre otras cosas, una prudente, aterciopelada opinión favorable a los tiempos de la novedad peñista, del renovado PRI, o al menos del PRI cuya actuación corre ahora por las vías democráticas con lo cual goza ya de aceptación internacional, como si eso fuera de verdad tan importante.
Hoy me llega a la cabeza (cosa rara, pero a veces algo llega por ahí) la memoria del desaparecido embajador de México en casi toda Sudamérica, Jesús Puente Leyva; quien desde la residencia mexicana en Lima le endilgó una respuesta a Vargas Llosa, en aquellos años idos, en la cual lo conminaba a entender. Pues ahora, tantos años después ha entendido las particularidades de una organización de tan extrema complejidad y profundidad, tanto como para haber regresado del sepulcro tras doce años de mirar la corrida desde el callejón, pues nunca estuvo en verdad en los tendidos.
Pero si retractarse es cosa de sabiduría, como la mudanza de las opiniones es materia de los sabios, pues esto ha dicho el Premio Nobel en franca retirada crítica y autocrítica:
“El escritor peruano Mario Vargas Llosa ha cambiado de opinión y afirma que el Partido Revolucionario Institucional de México (PRI), al que consideró en 1990 el artífice de una «dictadura perfecta», ya «no es el mismo» de antaño (Vanguardia).
«Este PRI está funcionando dentro de la democracia. Está respetando la democracia, está proponiendo reformas que me parecen sensatas», dijo Vargas Llosa, de visita en México, en una entrevista que publica hoy el diario «Reforma».
El escritor llegó a decir hace unos años que sería «masoquismo colectivo» que México volviera a votar por el PRI en las elecciones de 2012, como finalmente sucedió con la victoria de Enrique Peña Nieto.
«Yo no hubiera votado por el PRI, pero el PRI que ha asumido el poder, hay que reconocerlo, no es el mismo de antaño», afirmó.
«La democracia sí está echando raíces en México».