Por Guillermina Gómora
Washington, DC, Estados Unidos. El sueño inició en El Salvador hace poco más de un mes y se convirtió en la peor pesadilla al llegar a la frontera de México con Arizona. María pagó siete mil dólares, que consiguió prestados, a un pollero con la esperanza de llegar a los Estados Unidos. Pero su anhelo se tornó en tragedia al padecer primero el asalto de policías mexicanos, luego la extorsión de mil 300 dólares por parte de «la mafia», a la que fue entregado el grupo de inmigrantes en el que viajaba, y finalmente el abandono en el desierto sin agua y comida, donde fue encontrada por la Border Patrol que la detuvo y la llevó a Tucson, Arizona, para iniciar el proceso de deportación.
Y dicen que tuvo suerte, pues muchos no viven para contarla. La historia no es nueva. Miles lo intentan a diario por los más de dos mil kilómetros de frontera que compartimos con la Unión Americana. Mexicanos, centroamericanos, chinos, indios y de otras nacionalidades buscan ––como María–– mejorar su calidad de vida. Sin embargo, la delincuencia organizada ha transformado el sueño en un crimen por el que se puede perder la vida o empeñarla, como el caso de esta salvadoreña que ahora regresa a su país para pagar la deuda. La aventura no es barata, va desde los 10 mil hasta los 60 mil dólares, según el lugar de origen; los asiáticos son quienes pagan más, sin ninguna garantía de llegar a su destino y salvar la vida.
Pocos repararan en los riesgos que enfrentarán durante la travesía y al llegar a los Estados Unidos, en su carácter de ilegales, ya que si logran cruzar la frontera y encontrar empleo vendrá después el tema de legalizar su estancia en el país o vivir a salto de mata para evitar ser deportado. Incertidumbre que puede durar muchos años y costarles muchos dólares y dolores de cabeza. Como lo padecen ahora más de 11 millones de indocumentados y sus familias, que se encuentran en el limbo y se han convertido en carne de cañón de políticos y despachos de abogados para legalizar su estancia y evitar la deportación.
De modo que, en la recta final de la batalla por lograr la reforma migratoria que emprendió el presidente Barack Obama, el pronóstico es reservado y no apto para cardiacos. La suerte de más de 11 millones de personas avecindadas en este país depende de los ánimos y acuerdos que se alcancen entre republicanos y demócratas, con el ingrediente del Tea Party que funciona como el Pepe Grillo del líder de la Cámara de Representantes, John Boehner, y que puede radicalizar las posturas, como lo vimos y lo padecieron los estadunidenses en octubre pasado, con el tema del presupuesto.
La discusión resulta polémica, por lo que representa en costos para el gobierno estadunidense. Sin embargo, la legalización de estos millones de personas desactivaría un problema social que afecta a los involucrados en sus familias, trabajos, estudios e integración en sus comunidades y entendimiento con las autoridades locales y federales. Como sucedió en Arizona con la gobernadora Janet Reno, o actualmente con la desintegración de familias al deportar a los padres a sus naciones de origen y enviar a los hijos, ciudadanos americanos, a centros de atención.
A decir de Cecilia Muñoz, directora de Política Doméstica del gobierno de Obama, el proyecto está integrado por tres aspectos clave. El primero busca reformar el sistema legal para administrar la ley a fin de hacerla más eficaz y segura, para ambas partes. Hay que recordar que la última modificación en materia migratoria se hizo en 1991. La segunda está encaminada a brindar la oportunidad a estos 11.7 millones de inmigrantes de ganar la ciudadanía estadunidense, cumpliendo con ciertos requisitos, como el aprender inglés, pagar impuestos y no cometer ningún delito en los casi 10 años que se lleva el trámite de obtener la residencia permanente. Y la tercera es que ya legalizados puedan beneficiar a su familia directa con la residencia americana para trabajar y estudiar sin problemas.
Especial interés ha manifestado Barack Obama en apoyar a los ciudadanos migrantes, involucrados en el desarrollo de tecnología y en investigación científica ¿Acaso la medalla Presidencial de la Libertad otorgada a Mario Molina, premio Nobel de Química, de origen mexicano y que desarrolló su carrera en Estados Unidos, se trata de un guiño que ejemplifica su intención de legalizar a otros talentos escondidos entre esos 11 millones de dreamers? Por lo pronto, el camino al voto registra el paso de religiosos, organizaciones civiles y empresarios que hacen proselitismo en favor de la reforma, buscando el milagro los primeros y mejores oportunidades de negocios y relaciones laborales los segundos.
El partido republicano debe pensar en serio si le sigue el juego a los radicales del Tea Party, ya que su relación con la comunidad hispana no es muy buena, por no decir mala. Además, aún no se repone del «oso presupuestal» que generó un gran malestar entre los estadunidenses afectados por el paro de más de 20 días y que pospuso su definición para los primeros meses del 2014. Bueno, sin olvidar el Obamacare, que fue enviado a la congeladora, luego del penoso debut registrado durante su implementación.
Así las cosas, el escenario no resulta alentador ni para los beneficiarios, ni para sus mecenas políticos. Sin embargo, un dato que no hay que perder de vista ––nos comentó un funcionario del gobierno de Obama–– es que México es el tercer socio comercial más importante para los Estados Unidos en materia de exportaciones. El intercambio alcanza el millón de dólares por minuto ––sí, leyó usted bien, de a millón de dólares por minuto––. Por ello, la buena relación es primordial para los vecinos del norte que buscan desde esta plataforma integrar líneas de producción en América Latina, por lo que buscarán este año, o más tardar en el primer trimestre del próximo, sacar adelante la reforma.
En calidad de mientras, el movimiento Migrante Mesoamericano anuncia la realización de «La novena caravana de madres centroamericanas buscando a sus migrantes desaparecidos», que se realizará del 2 al 18 de diciembre. En esta ocasión no transitará por la Ruta del Golfo; se busca eludir el alto grado de violencia que afecta a las rutas históricas y la zona noreste del país. Las mujeres en busca de sus hijos y esposos seguirán por la Ruta del Pacífico, hasta llegar a los estados fronterizos con Estados Unidos. Procedentes de Guatemala, recorrerán 14 estados de la república mexicana y concluirán su viaje el 18 de diciembre, para conmemorar el Día internacional del Migrante.
Como se aprecia, la aprobación de la reforma migratoria no sólo es una cuestión de política, sino de valores y moral. El sueño americano apela hoy a la conciencia.