Herida y sucia, vejada durante meses por la turba escudada en derechos abusivamente ejercidos, afectada por la primitiva expresión política del «plantón” intocable, la Plaza de la Constitución fue –por fin– desocupada mediante un operativo combinado de fuerzas federales y locales mientras los ciudadanos, o muchos, al menos, se preguntaban si no hubiera sido posible desde el lejano primer día, hacer tal maniobra envolvente, disuasiva y profesional; si para llegar a eso fue necesario soportar el bloque del aeropuerto, el acoso al Congreso, la invasión del Circuito Interior y todas las demás salvajadas.

No se sabe si estamos frente a una nueva forma de trueque (Monumento por Zócalo) o subacuáticamente hubo especioso arreglo para mudarse de plantón, lo cual no significa resolver un problema sino cambiarlo de lugar, cosa por demás muy mexicana y frecuente. Eso lo sabe a hasta el patriarca de la protesta, don Andrés.

Las peculiaridades contemporáneas de los medios de información, especialmente la múltiple televisión cuyas cámaras todo lo ven y todo lo difunden por canales antes no conocidos, permitieron ver el desalojo casi minuto a minuto, pero también la embestida de los anarquistas contra quienes la ciudad está inerme gracias a la alcahuetería legislativa de la Asamblea del DF donde pasado mañana, por cierto, comparecerá el jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera cuya actitud de colaboración y buena relación política con la federación permitió llegar a este punto sin mayores consecuencias ni sangre por las banquetas. El Zócalo no fue ni Tienamen, ni Tlatelolco, ni Tahir.

Los activistas reales, los “maestros” imaginariamente agraviados por una reforma cuyos pétalos ni siquiera los tocan; los terroristas embozados (hasta el “Peje” les pide mostrarse abiertamente), los anarquistas de misterioso origen pero omnipresente garrote, los “cerezos” y demás grupúsculos de la intolerancia, y hasta los encuerados de los 400 pueblos con sus “plotting” de manufactura profesional (con Manuel Mondragón convertido en “Darth Vader”, el villano galáctico), siguen entre nosotros.

En este orden de cosas vale la pena reflexionar y aplaudir las palabras de Mondragón quien dijo tranquila y firmemente: la Policía Federal no va a hacer el papelón. Y no lo hizo. Esta vez no fue “Espartaco”, como en la liberación de la autopista del Sol en Chilpancingo, sino el vocero de Seguridad Nacional Eduardo Sánchez, quien con el secretario de Gobierno del GDF, Héctor Serrano, les echó las cartas sobre la mesa a los invasores del espacio público.

Conminados como fueron, sus pasos los llevaron al Monumento a la revolución de donde los habrá de expulsar el tiempo… o un operativo similar a este cuando colmen la batea.

Pero el verdadero problema no es este desalojo ni esta ocupación. El trasfondo es la lumbre debajo del perol de las inconformidades generalizadas. Limpiar (y desinfectar en varios sentidos) la Plaza Mayor no resuelve ni la inconformidad ni el origen de esta asonada.

Los problemas del país son muchos, pero uno más de ellos es la industrialización de la protesta, la debilidad jurídica cuya esponjosa condición permite hasta la perversión de los movimientos sociales para convertirlos en armas de chantaje y presión frente al heredero del “ogro filantrópico”, en “eunuco maniatado” incapaz de proteger a la mayoría y sí, en cambio, tolerar todos los excesos ilegales de quienes usan tácticas guerrilleras en las recurrentes tomas de plazas y calles y asaltos a la tranquilidad de la vida cotidiana.

Tolongueo, tolerancia extrema, inexistencia de límites (hasta cuando se llega al límite) no son formas ideales de convivencia, son por lo contrario, formas contra la convivencia.

El discurso de los maestros, sobre todos los de Oaxaca, no tiene sustento. Vea usted este discurso del profesor Azael Santiago Chepi: “No venimos por los espejitos que nos quieren dar. Venimos a defender nuestros empleos (ausentándose frecuentemente de ellos con pago) y el pan nuestro de cada día.”

Como todos sabemos Chepi fue comandante de estas brigadas y bajo su mando se apedreó, incendió y ocupó. Hoy vive tranquilo en su ·”escuelita de la mixteca”, dice. Acumula antigüedad, haga o deje de hacer. No es un maestro, es un trabajador de la educación; es un líder social capaz de decir esta frase digna de Sadam Hussein: “ esta no es una jornada de lucha más; es la ´última batalla.»

Pues ni lo primero ni lo segundo. El campamento del Zócalo fue desbaratado pero permitido en otra parte, lo cual en buen romance es barrer debajo de la alfombra. Tampoco en el Monumento a la Revolución se debería permitir el secuestro del espacio público. Cambiar de lugar el vandalismo no transforma al vándalo.

La cuestión se podría reducir a esto: ¿el campamento del Zócalo fue terminado sólo por una ceremonia cívica y un desfile militar cuya cancelación habría sido significativamente catastrófica para la imagen del gobierno y las fuerzas armadas?

Si esa fue la única razón; no soluciona nada. Desplaza un conflicto. La raíz de todo está en la rebeldía de un grupo extremista cuyas posiciones políticas hoy se estimulan por una reforma educativa, pero antes lo fueron por uno y mil pretextos sin sentido gracias a los cuales se han convertido, al menos en Oaxaca, en una aduana de extorsión para el gobierno. ¿Cual? Cualquiera. El de Gabino Cué a quien sometieron en menos de una quincena cuando entró arropado por las cobijas del aliancismo acomodaticio o el de Ulises Ruiz por cuya caída tomaron e incendiaron la ciudad.

El instituto educativo de Oaxaca es la caja chica (bastante grande, además) para mantener tranquilos a los profesionales de la marcha, el plantón, el motín.

Mientras, los niños oaxaqueños (sin escuela) no tienen horizonte sino ser los maestros del futuro o los activistas de la APPO (o su equivalente) del tiempo por venir y la calidad educativa y cultural se va por los suelos, a pesar de la exaltación del folclorismo.

La Secretaría de Gobernación ya anuncia cercanas mesas de negociación y la permanencia de la puerta del diálogo, como si algo se pudiera negociar a estas alturas o hubiera con quién y para qué dialogar. ¿La derogación de la Reforma constitucional? Imposible. Improcedente. Notoriamente improcedente, dirían los ministros de la Corte. ¿Derogar –como piden–, las leyes de profesionalización docente sin las cuales la reforma es un mero enunciado? También absurdo.

–¿Entonces? ¿Cuál es el sentido de negociar y negociar sin materia? Ninguno como no sea perder el tiempo.

La única solución consiste en la lógica elemental: poner a los maestros en las aulas, supervisarlos y si no asisten, cancelarles sus plazas. ¿Pero en Oaxaca quién va a supervisar a los supervisores? ¿Quién va a garantizar la aplicación local de la reforma? Nadie. Con ella o sin ella, las cosas seguirán igual, tristemente orientadas a la prolongación del subdesarrollo.

Pero en este país las cosas son absurdas. En el “operativo” de limpieza del Zócalo fueron detenidos 31 individuos ajenos a la condición magisterial. Los llevaron al Centro de Mando de la PFP en Iztapalapa los pusieron al disposición del Ministerio Público y antes del canto del gallo los habrán puesto en libertad.

Por eso la actividad subversiva se escuda en el derecho de manifestación (excepto si alguien me demuestra la actividad pedagógica de los “anarquistas” incendiarios) , por la impunidad ante los motines y la sedición, figuras jurídicas abatidas por la fuerza de los gobiernos de izquierda y sus acompañantes en todo el pañis.

Esa es otra de las raíces del problema.

Por lo pronto, feliz Grito, si tiene motivos para gritar.

PAREJERA

Se trata quizá de un deporte nacional, pero muy frecuente es el ejercicio adivinatorio: ¿quién irá a ser el próximo candidato? Ese juego era simple antaño cuando la palabra candidato era sinónimo seguro de futuro presidente. Ahora las cosas son distintas.

La composición y funcionamiento del actual gabinete, permite suponer dos candidatos fuertes para suceder a Enrique Peña Nieto. Obviamente Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación y Luis Videgaray, secretario de Hacienda.

El primero acaba de resolver un problema: su intervención y buena mano liberaron el Zócalo sin lastimar a nadie, ni siquiera a las autoridades del DF con las cuales mantuvo una estrecha colaboración. También la PFP; dependiente de su área.

El segundo se halla metido en la discusión sobre la Reforma Fiscal cuya condición fiscal precisamente, la hace altamente impopular y el reciente anuncio presidencial de soltar un gasto abundante y apresurado, no hace sino confirmar cómo la restricción anterior, factor ineludible en la actuar recisión económica, atascamiento, debilidad, lentitud o como se le quiera llamar a tan crítica situación.

–¿En la “parejera” quién adelanto esta semana?

Indudablemente Osorio.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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