Hay frases sin las cuales la vida profesional no tiene la gloria del destino cumplido.

Por ejemplo, un periodista no puede morir sin haber gritado en medio de la madrugada, ¡paren máquinas!

Un torero necesita decir alguna vez, “esta bien, me encierro con los Miura en Madrid” y un dirigente político, de preferencia del Partido Revolucionario Institucional, debe plantarse un día a media plaza y decir como lo ha hecho César Camacho, en esto nos va el todo; aquí está todo nuestro capital. A veces decir todo es decir demasiado.

En otro tiempo hubiera ido la espada en prenda, pero ahora va algo menos visible y refulgente. Ya no se habla del filo del metal, ahora se pone en juego el capital político. ¿Cuál? Cuánto es el capital político del Partido Revolucionario Institucional como para echarlo todo en el albur de la Reforma Energética. Albur de amor tituló Rubén Bonifaz Nuño a su célebre poemario. Va mi resto. Y esa apuesta es para el 2018.

Para comprender el peso del capital priista comencemos de arriba hacia abajo. Para empezar, la jefatura del Estado; pieza mayor, invaluable e insustituible del sistema presidencialista mexicano, con la jefatura total de las Fuerzas Armas entre algunas de sus innumerables atribuciones constitucionales y meta-constitucionales.

Con todo y los avances en el establecimiento de contrapesos, la presidencia sigue siendo poderosísima. La forma como se ejerce ese inmenso poder depende del temperamento y audacia de cada uno de sus depositarios. Y en este sentido Enrique Peña Nieto parece cualquier cosa menos un hombre indeciso. Hasta ahora ha llevado a buen término todo cuanto se ha propuesto.

Forman parte del capital del PRI –además de su potencia en las Cámaras y los gobiernos estatales y municipales–, la raigambre, la tradición y la capacidad de operación. La disciplina le permite, nada más por su vigencia y habilidad, plantarle cara a cualquiera frente a los desmandados intentos de organización de los demás partidos. Hasta el PAN, cuyo disimulo recatado y mojigato los enclaustraba en la perdida apariencia civilizada.

A fin de cuentas los pecados de indisciplina y desunión del PRI –especialmente durante el “madracismo”–, ya fueron pagados y con altos costos.

La declaración de César Camacho tiene sentido y miga. Salir a las calles no a pelear cuerpo a cuerpo en las trincheras de los opositores, sino en las habilidades persuasivas ante los ciudadanos. Para eso tiene otro capital político los priístas: su capacidad de operación en los medios, cuya supervivencia en muchos casos depende de concesiones, exenciones e inserciones.

El tesoro de Moctezuma es poco junto a ese gasto cuyo ejercicio se puede dar en los linderos del disimulo y siempre dentro de lo legal.

Por eso vale la pena analizar las palabras de los coordinadores parlamentarios pues formalmente será en el Congreso donde se libre esta batalla.

Ha dicho Manlio Fabio Beltrones cuya plenaria de diputados se realizó desde el lunes con la presencia de Miguel Ángel Osorio, Secretario de Gobernación y Luis Videgaray, Secretario de hacienda:

— “Estamos decididos a acompañar esta Reforma Energética del Presidente Enrique Peña Nieto, visionaria en sí misma, audaz en su planteamiento, nacionalista en su concepción. No habrá un minuto en el que no estemos dispuestos a dialogar con quien sea necesario, para conseguir el propósito de regresarle a México niveles de crecimiento económico y bienestar, que se nos han negado en los últimos 15 años”.

“Sabemos que hay visiones distintas sobre lo que debe contener esta reforma y estamos dispuestos a dialogar y a debatir con quien sea, a fin de mostrarles que lo que no podemos hacer, es dejar de hacer lo que nosotros debemos. Y es así como estaremos listos, como un priismo renovado, para vivir estas épocas de transformación a la que nos ha acercado un gobierno visionario como el del Presidente Peña”

Y no es menor la apuesta del senador Emilio Gamboa, coordinador senatorial del PRI:

–«Vamos a dialogar con las diversas fuerzas, con el PT, con el Verde, el PRD y el PAN, lo tenemos que hacer convencidos de que podemos convencerlos para que se sumen (a la iniciativa de Reforma Energética del Presidente Peña)”.

Ya esta pues la carne en el asador y las brasas en el rojo blanquecino de la alta temperatura. Todas las fichas, todas las canicas.

Hoy recuerdo con esta riesgosa apuesta final, en la cual se juegan suerte y destino; presente y porvenir una bella historia de la literatura latinoamericana.

Cuando un coronel acompañado de la derrota le dedica alma, vida y corazón a la crianza de un gallo cuyo hipotético triunfo los va a sacar a él y a su anciana esposa de la miseria de una vida entera cuyo final no se vio siquiera socorrido por la carta de pensionado con la cual el gobierno habría de pagarle su guerra y sus heridas. La mujer, con sentido común ante la obsesión del gallo peleón, le pregunta qué van a comer si pierde la última gran pelea.

–Mierda, le contestó.

Quizá es el asunto no sea para tanto, pero la declaración de César Camacho es a un tiempo promesa, compromiso y riesgo. ¿Todo el capital acumulado en la historia por la principal institución política del país en una sola carta?

“La rueda giró.
–Zéro, cantó el croupier.
“Lo perdimos todo (Escribió Dostoievski en “El jugador”)».

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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