Para tragarse ese sapo se requiere una enorme dosis de ingenuidad.
La espontánea organización ciudadana, surgida de las entrañas del “pueblo bueno” en defensa armada de la seguridad perdida por la negligencia o complicidad de la autoridad constituida (iba a decir legitima, pero dejémoslo así es un camelo impresentable).
Más bien se debe a una oportunidad dorada para matar varios pájaros de un tiro en zonas del país donde el narcotráfico y los movimientos subversivos (iba a decir populares, pero dejémoslo así) fraternizan y se complementan en una simbiosis sobre cuya profundidad poco ha podido el Estado.
No en balde la década de los setenta, Guerrero, donde hoy los protectores se convierten en impugnadores de algo tan distante de su seguridad como la Reforma Energética, fue escenario del más amplio y prolífico movimiento guerrillero de nuestra historia, movimiento aun visible, por cierto,. En varias zonas del país. Quizá aletargado, pero jamás desaparecido.
Los hombres armados en el Pericón, por ejemplo, encajonaron a los soldados patrulleros en las calles del pueblo y ahí los dejaron en manos de grupos desarmados sin otra forma de presión sino su número y bulla. Hombres, mujeres y niños, desarmados (pero respaldados por los “guardias populares”), arrinconaron a los militares y los “retuvieron”; es decir, los hicieron abortar su misión de vigilancia. Luego los nalguearon (simbólicamente) y después los echaron (realmente).
A cambio de eso la Secretaría de Gobernación llamó a Bucareli a Bruno Plácido (quien opera con máscara de líder) y le dijo, “por favor Don PLá, no jodáis así a los “Juanes”. Uno cero.
Pero la estrategia ya ha sido ensayada y aplicada plenamente. Leamos este reporte del diario Guerrerense, “El sur de Acapulco” cuyo director es el agudo Juan Angulo.
“Más de un centenar de mujeres rindieron (sic) protesta como policías ciudadanas ayer en la plaza pública del poblado de Xaltianguis, ante las autoridades municipales y ciudadanos que se concentraron para atestiguar el acto sin precedentes.
“Las policías aseguraron que defenderán con su vida a los habitantes del lugar porque entre ellos están sus hijos, nietos, hermanos y esposos.
“Durante el acto se dijo que las mujeres se sumaron a la Policía Ciudadana “en defensa de su dignidad personal y de su pueblo”.
“Son nueve pelotones conformados por habitantes de nueve colonias de Xaltianguis y que son comandados por amas de casa, una profesionista y dos comerciantes, quienes coordinarán el trabajo de vigilancia diurna en ese poblado y a quienes los policías de mayor experiencia enseñarán el cuidado del arma, así como su limpieza. Las mujeres se dijeron dispuestas a no volver a perder la paz y la tranquilidad que el gobierno no les ha podido dar.
El acto se llevó a cabo en la plaza pública del poblado de Xaltianguis ante unas 400 personas.
El comisario municipal Alberto Castillo Castillo se congratuló con la participación de las mujeres porque aseguró “están interesadas en que el pueblo ya no tenga esa zozobra que nos dejó la inseguridad”.
A cada comandante le entregaron una docena de playeras con la leyenda Policía Ciudadana, y las siglas del Sistema de Seguridad y Justicia Ciudadana, de manera simbólica una escopeta y un radio”.
Como se ve se trata de una “espontaneidad” muy bien organizada. Armas, uniformes, playeras, radios. Carabinas, pistolas. Todo eso por generación milagrosa. Un día los ciudadanos despertaron y la policía comunitaria ya estaba ahí.
“…Una parte de los uniformes que portan los hombres fueron donados por la Unión de Pueblos Organizados del Estado de Guerrero (UPOEG), que a su vez adquirió por donación del gobierno estatal.
“Por su parte, el comisario municipal Alberto Castillo Castillo celebró la suma de las mujeres a la Policía Ciudadana para que “el pueblo ya no tenga esa zozobra de inseguridad”.
“Los grupos organizados de mujeres surgieron de las colonias Cervantes, El Retén, Centro, Barrio Nuevo, San Miguel, El bordito chivero, Lagunillas y Luis Donaldo Colosio. El centenar de playeras fueron donadas por Antonio Hernández González, Romualdo Flores y Juan Carlos Gómez Bello, habitantes de ese poblado”.
Pero si todo eso tiene una explicación: la inseguridad, el abandono, el desinterés (snif,snif) no queda muy claro cómo se combinan las posturas radicales en otras materias con la protección de madres y abuelas hacia sus hijos y sus nietos. Lea esta nota, SVP:
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“… Integrantes de las Policías comunitarias de cuatro municipios guerrerenses marcharon ayer en rechazo a la reforma energética propuesta por el Presidente Enrique Peña Nieto.
“Los grupos de autodefensa de Tixtla, Olinalá, Huamuxtitlán y Ayutla, pertenecientes a la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC), también exigieron que el Ejército y la Marina salgan de sus comunidades.
Gonzalo Molina González, coordinador de la Casa de Justicia de la CRAC en “El Paraíso (¿leyó usted a Carlos Montemayor?), aseguró que Peña quiere someter a los pueblos para aplicar reformas que sólo benefician a compañías extranjeras.
«Con la reforma energética, el Gobierno federal quiere consumar el robo del siglo (¿le suena el Peje?) al entregar el petróleo a empresas extranjeras», dijo en su discurso.
«Si nuestro General Vicente Guerrero viviera, alzaría su espada contra los enemigos de la Patria y nos convocaría a luchar sin cuartel contra las fuerzas del Gobierno opresor».
«Con el pretexto de la Cruzada Nacional contra el Hambre, el Ejército y la Marina están entrando a nuestras comunidades, intimidando a nuestros pueblos y hostigando a nuestra Policía comunitaria», señaló. La movilización, en la que participaron unos 200 policías comunitarios, también contó con el apoyo de la Red de Derechos Humanos de Guerrero, el movimiento #YoSoy132 y normalistas de Ayotzinapa”.