Como era previsible el simple anuncio presidencia de reformas constitucionales (Financial Times) para generar un ambiente seguro para la inversión privada nacional y extranjera en la sagrada zona petrolera cuya protección ha sido dogma nacional durante los últimos 75 años, encendió la pólvora y los infiernitos.
Obviamente si se considera el asunto dentro de la sacralidad nacionalista ninguna discusión es siquiera posible. Sería como negociar la divinidad de Cristo en la capilla Sixtina.
Si nos movemos, en cambio, en los terrenos de la vida real, del sentido práctico de las cosas y sobre todo si vemos la Estrategia Nacional de Energía vigente, podremos mirar las cosas con otros ojos.
–¿Cómo es posible, dirán algunos, discutir la participación extranjera como si se tratara de una posibilidad, cuando por alguna plataforma petrolera en la sonda de Campeche se pagan 500 mil dólares diarios de alquiler? ¿Cómo si la flota petrolera esta compuesta por buques fabricados donde sea menos aquí?
Pero la discusión del petróleo y su renta (el diferencial entre el costo y la venta) es un asunto de banderías políticas; no de nacionalismo real ni de soberanía, excepto si se entienden estos dos conceptos como emblemas o pretextos para la irrupción y vigencia en el escenario nacional.
En este sentido la invocación de la utopía nacionalizadora alcanza para todo. Incorpora a los muertos (o a quienes están de vacaciones) y pide el viático de la fidelidad y manda a Marcelo Ebrard a exigir un debate presidencial como si la presidencia de la República estuviera disponible para sus arrebatos. Pido, exijo. “Ora” pues. Podría esperar sentado.
Miguel Ángel Osorio, el ubicuo secretario de Gobernación, anuncia de dónde saldrá la iniciativa de Reforma Energética; del Pacto por México. Nada más de ahí. Eso quiere decir, será hija de la concordia; no de la discordia.
Pero los discordantes no lo miran de ese modo. Por eso existen las divisiones en los partidos. Por el pacto se han tirado los platos los empleados de Calderón en el PAN contra Gustavo Madero quien por estos días preside el CEN azul y el Consejo Rector del acuerdo político ya tantas veces dicho. Su pecado ha sido, dicen algunos, su distancia con el ex presidente y su cercanía con Enrique Peña.
Y cómo si no. La política se hace con los vivos, con los mexicanos residentes en su país, no con los exiliados de la academia de oportunidad quienes desde Boston lamen las heridas de su fracaso y su derrota.
Por el lado de los amarillos las cosas no son tan distintas: incitados por el hervor nacionalista del gerente del Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), Martí Batres, se mueven los hilos hasta el Partido de la Revolución Democrática donde Andrés Manuel sigue teniendo devotos y seguidores.
En esas condiciones como atrevido alfil avanza Marcelo Ebrard y Jesús Zambrano avanza un peón apoyado por la caballería y le dice borracho cantinero, casi con las mismas palabras de Ruth Zavaleta cuando rompió con Andrés y lo llamó bravero de taberna.
Las cartas no están echadas pero ya sacaron la baraja. El destino de este gobierno depende de las dos reformas engarzadas: la fiscal o hacendaria y la petrolera o energética. Una y otra son correlativas. Sin la primera no habrá segunda y viceversa.
Vea usted cómo se prepara el terreno:
“Al finalizar la toma de protesta de los comités municipales del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) de Valle de Santiago, Cortazar y Jaral del Progreso (La jornada), López Obrador anunció que cuando sea presentada la iniciativa privatizadora del petróleo habrá protesta social.
“Primero será en la ciudad de México, a partir de que presenten la iniciativa, sea propuesta por Peña o disfrazada por el pacto (por México), que es para lo que sirve el pacto, para engañar y proteger a Peña”, adelantó López Obrador.
“Reiteró que hará un llamado a todos los mexicanos para que de manera pacífica se movilicen para evitar la privatización de Pemex y el aumento del impuesto al valor agregado (IVA) en medicinas y alimentos.
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Cuando en la ciudad de México la Asamblea Legislativa alcahueteó a todos los anarquistas, manifestantes, protestantes; peleadores callejeros, sublevados , similares y conexos, mediante la disminución de la penalidad del delito de sedición y sus pares de motín, daño en propiedad privada o pública y demás, los panistas pusieron el grito en el cielo. Y con razón.
Se había cambiado el orden de los factores y también el resultado: como es imposible ajustar la conducta a la norma, pues entonces cambiamos la norma para ajustarla a la conducta. Eso, en esencia, hicieron también los panistas rebeldes en el Senado de la República.
Cambiaron las reglas para mermar el nombramiento de coordinador del grupo de Senadores, con el cual los “calderonistas” y sus aliados, nunca estuvieron de acuerdo, y cómo iban a estarlo si de esa manera se les impide el maneo de millones y millones con la manga ancha de su elástica conciencia. A fin de cuentas todo es un asunto de dinero.
Al menos así lo mira Luis Felipe Bravo Mena (El universal):
“Ya es lo más bajo (el asunto de la lana) que se puede en este momento estar reflejando. Los dirigentes de otros tiempos nunca cayeron en esta vulgaridad… La militancia está bastante cansada y su reclamo —yo como militante— es decirles ¡basta, vamos adelante! ¡El partido no son ustedes y ustedes se deben al partido!… ha sido un proceso degenerativo.
“En el PAN, como en todo partido, hay sensibilidades diversas compartiendo principios e ideales comunes; hay maneras de sentir estos ideales o de quererlos llevar a la práctica. La onda grupera —que todavía era soportable— ha degenerado en un tribalismo. Ahora ni siquiera son grupos, son tribus con su interés unilateral por encima de cualquier otro e incluso de la misma institución… se está “priistizando” y “perredizando” en la medida en que se “tribalizó”.
De pronto perdieron la sangre azul. ¡Fuchi!
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Como todos recordamos a raíz de la fidelidad de Gustavo Madero al ”Pacto por México”, con lo cual la capacidad opositora se diluye o al menos se tiñe, el senador Ernesto Cordero comenzó a tomar decisiones fuera del conocimiento y obviamente lejanas al control del presidente del Partido. Así comenzó a promover iniciativas azules, azules.
Madero se hizo de redaños y le metió un zape: lo echó de la coordinación de los senadores, pero no le dio el golpe final. Cometió primero el error de anunciar sus intenciones de removerlo y después, cuando lo hizo, Cordero ya había sido ayudado desde Harvard.
La rebelión quiso ser sofocada mediante el descubrimiento de dineros mal habidos por parte del asesor estrella de la bancada, Juan Ignacio Zavala, cuñado de Felipe Calderón, con lo cual se ponía en evidencia el ADN político de los inconformes. Pero no fue suficiente.
El ex secretario particular, Roberto Gil, fiel a la tradicional doble (in) moral panista se aferró a lo legal para proteger lo indebido: yo pedí un préstamo al cual tengo derecho como senador y se lo cedí al señor Zavala.
–¿Cómo así?
–Por “maiegs”. Ya era mi dinero.
Sólo le faltó decir, “y háganle como quieran”. Pero quien la hizo como quiso fue él.
Promovió (él; no Ernesto) una salida de abogado huizachero: si tenemos la mayoría cambiemos las reglas; quitémosle al coordinador el poder de la firma, creemos un grupo de administración, pongamos a un incondicional a manejar el billete (raíz y fruto de la política) y de paso le echamos tierra al asunto de los 400 y tantos mil pesos por piocha repartidos, dizque por un error administrativo, así convertimos el cochinero en una simple anécdota en el manejo de los haberes.
Ya el Comité Ejecutivo Nacional los desautorizó, o al menos eso cree doña Cecilia Romero, la secretaria general. Total, pasaron de la entidad de interés público a materia del Ministerio Público.
Pero en cuanto al manejo del dinero, la rijosidad, la división, ya no hay nada por hacer. Se encueraron y dejaron ver sus llagas y sus carnes, pero eso sí, lo caído caído y como dice Marianita Gómez del Campo, hasta la caca flota, especialmente en época de lluvias y en un edificio tan mal drenado como la Torre Azul.