La información procedente de Michoacán no podría ser más absurda:
“Veinticuatro militares, entre estos un general y cuatro integrantes de las autodefensas del municipio de Buenavista Tomatlán, Michoacán, fueron liberados anoche, tras permanecer retenidos por más de siete horas.
“Los militares habían sido retenidos por autodefensas apoyadas por parte de la población en protesta porque al mediodía el Ejército desarmó y arrestó a cuatro encapuchados integrantes del grupo armado de guardias comunitarias.
“Por la tarde, el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, aseguró que los militares no fueron retenidos, sino que participaron en un diálogo con guardias comunitarios que bloqueaban la carretera de acceso a la cabecera de dicho municipio”.
Independientemente del matiz de las cosas aquí subyace y asunto de extrema gravedad, sobre el cual nadie quiere opinar abiertamente. No es políticamente correcto. Ni modo, corro el riesgo.
Al Ejército –dice la teoría política–, no se le debe usar sino en el extremo de una situación. Los Ejércitos no están para dialogar (para eso están los diplomáticos y los políticos); los soldados están para disparar y vencer a un enemigo; tomar sus posiciones y ocupar sus territorios, plantar su bandera y someter a los vencidos.
Para eso son (o eran) los Ejércitos, por eso siempre se les quiso conservar en los cuarteles. Quietos.
Pero en México el Ejército ha sido utilizado como sustituto de la fuerza policiaca, lo cual (Felipe Calderón lo probó) es un grave error.
La capacidad disuasiva de las Fuerzas Armadas está implícita en su definición, la fuerza (no la debilidad) y las armas (para usarlas, no para lucirlas en un desfile). Por eso el Ejército sólo debe actuar en situaciones irremediables, en casos de excepción y con una previa declaratoria de la suspensión de las garantías. Sólo entonces puede operar de acuerdo con su naturaleza.
Lo demás es exhibirlo; forzarlo a la debilidad y desgastarlo.
Apenas a principios de la semana se intentó el reestablecimiento del orden en Michoacán asolado por gavilleros disfrazados de maestros; maestros con métodos delincuenciales; abigeos, madereros corruptos, sembradores de droga, traficantes, Templarios, fanáticos religiosos de la Nueva Jerusalén y todo el elenco de las extravagancias políticas, hoy los grupos paramilitares se enfrentan a los militares y los desafían.
–¿De dónde les viene tanto arrojo, de dónde proviene tanto valor para plantarle cara a los soldados?
Pues del conocimiento preciso y probado por los delincuentes y traficantes y demás sobre el comportamiento de las instrucciones políticas con cuyo cumplimiento el Ejército deja de ser temible y en un futuro hasta respetable: “no hagan nada, malahaya quien tenga la ocurrencia de disparar un tiro, así sea al viento”.
El Ejército, en estas condiciones deja de serlo: no puede usar sus armas (es como si no las tuviera) y sin embargo otros sí las emplean en contra suya sin darle oportunidad para defenderse.
En esta guerra también los soldados caídos han sido daños colaterales.
Si las Fuerzas Armadas pueden ser arrinconadas en una plaza y los guardias comunitarios son capaces de azuzar contra ellas al pueblo, entonces el Estado ha perdido el legítimo monopolio de la fuerza.
Leamos:
“De acuerdo con versiones de prensa, los militares —entre estos el general Sergio Arturo García Aragón, responsable del operativo de seguridad en la zona que abarca el municipio referido (Buenavista Tomatlàn) —, fueron confinados, primero, alrededor de las 14:00 horas, en un negocio de materiales para construcción, al borde de la carretera de entrada al poblado, posteriormente trasladados a la plaza principal, y luego a la cárcel de la localidad.
“El lugar del confinamiento fue rodeado por unas 300 personas y ya en la plaza las autodefensas hicieron que algunos de los militares subieran a un escenario, siempre rodeados por pobladores, mientras micrófono en mano un hombre pidió la liberación de los guardias comunitarios detenidos”.
Y lo lograron.
INFAMIA
Una más de las infamias fracasadas de Marisela Morales fue el intento por todos los medios, de “probar” la autoría intelectual de Eugenio Hernández en el asesinato del candidato Rodolfo Torre Cantú quien se enfilaba a una rotunda victoria electoral para sucederlo.
Cuando las demás acusaciones hacían agua, la perversidad y los “testigos” protegidos estuvieron dispuestos a sembrar “pruebas “ del infundio mediante la falsificación de partes del expediente. A final de cuentas no lo consiguieron.
VÍCTOR
Muchas cosas fue Víctor Payán, pero para mí, un amigo generoso en los comienzos de mi carrera. Lo demás no me compete. Descanse en paz.