“Quién pompó,
quién pompó,
quien pompó, cochecito quién pompó”.

Y duro le daba la música, y duro le daba la canción y duro se meneaban caderas y piernitas cuando Chico Ché (quien más tarde sería trasplantado de la banda y la rola a la arena de la duda política por otro tabasqueño ilustre, don Andrés Manuel), expresaba dudas acerca del origen de los fondos dispuestos por la mala mujer coqueta.

“…quien la ve contoneando las caderas/ 
quien la ve destrozando corazones/
quien la ve caminando por las calles/ 
se alborota y le tienen que gritar: quién pompó…”

Desde entonces la tonada tropical se usa como pregunta universal. Quién pompó le preguntaban a Carlos Romero Deschamps frente a cualquiera de las suntuosidades de su vida cotidiana. A él y a cualquiera de los opulentos líderes del movimiento obrero. Los sindicatos replican la historia de las empresas mexicanas. Trabajadores pobres, propietarios ricos. Caso repetido también entre el gobierno y el pueblo. Burocracia dorada, pueblo desvalido.

Ahora, cuando en el estado de Guerrero se anuncia la constitución formal de algo ya visible para muchos desde hace mucho tiempo, una especie de segunda APPO también es oportuno preguntar quien financia, subvenciona, sostiene y patrocina este movimiento magisterial cuyas raíces y tentáculos no parecen quedarse en ese solo tema.

La alianza entre los “espontáneos” defensores de la seguridad pública y el magisterio rebelde, no parece obedecer a causas únicamente de reivindicación escalafonaria entre los docentes. Más se ve como un engranaje al cual se le van ajustando las piezas poco a poco mientras se cierra el triángulo Michoacán-Guerrero-Oaxaca.

Las razones de la beligerancia magisterial son muchas, algunas de profunda raíz cultural. Otras guardan relación con la única fuente de empleo permanente entre los más pobres: el magisterio, pero en cualquier caso subyace en el fondo de toda esta beligerancia organizada el mismo sedimento de los años 70: la desesperación de los desposeídos (a eso le atribuyó la CNDH el surgimiento de la justicia por mano propia apenas ayer condenada por ese mismo organismo) y la falta de respuesta de la autoridad.

Como sea la unión de estas fuerzas no puede darse nada más por la espontaneidad. Las solas movilizaciones de varios miles de personas, su manutención cuando no han cobrado salarios magisteriales; la misteriosa fuente de financiamiento para los vigilantes populares, los policías comunitarios y la cercanía de otros fenómenos sociales, algunos de negro historial en la región, permiten preguntar de dónde sale el dinero para sostener la inconformidad organizada.

DERECHOS HUMANOS

Cuando la “comunicación social” se puso de moda, pues de alguna manera se debía re etiquetar al periodismo para revenderlo en escuelas, academias, universidades o institutos especializados, uno de los más grandes periodistas del siglo XX, Rizjard Kapuscinsky comentó: dentro de poco todo pueblo va a necesitar, para ser un lugar respetable, una escuela, una iglesia, un mercado y una escuela de periodismo.

Hoy sucede un poco lo mismo con los Derechos Humanos, concepto socorrido y recurrido lo mismo para un fregado o para un barrido, bajo cuyo amparo se escribe un libro por semana (no importa si dice lo mismo de la semana anterior) y proliferan instituciones a diestra y siniestra.

El Estado tiene su oficina, no faltaba más. Desde hace una veintena de años hay una Comisión Nacional cuyo presupuesto –dicen los sabihondos–, es el más grande del mundo en esta materia, aun cuando sus resultados no sean los mejores en el planeta.

El gobierno, por su parte, abre oficinas de Derechos Humanos un día sí y otro también. En las Fuerzas Armadas, en la secretaría de Gobernación, en Relaciones Exteriores. En tiempos de Fox, Jorge Castañeda, quiso nombrar a Marie Caire Acosta embajadora para esta delicada materia y como no logro la aprobación senatorial, la hizo, subsecretaria con idénticos propósitos.

Hoy tenemos en la Procuraduría General de la República a un panista de cepa, cuyo mérito mayor (entre otros muy relevantes, justo es decirlo) fue pelearse con la nomenclatura panista (en el sexenio pasado significaba caer de la gracia de Felipe Calderón, cosa muy fácil para quien no hacía del “agachonismo” un arte mayor). Hoy goza de una posición muy importante (como otra panista, Lía Limón en la misma rama pero en Bucareli).

Total, un defensor de derechos humanos en cada hijo te dio.

Buena forma de conmemorar la fecha de ayer: el septuagésimo aniversario del levantamiento en el Gueto de Varsovia, antecedente para desatar la “solución final”; el Holocausto Judío y la conceptualización de los Derechos Humanos, a mediados del siglo pasado, como respuesta internacional ante el abuso sistemático contra la dignidad humana.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

Deja una respuesta