Posiblemente a la hora de lectura de este diario el presidente de México ya se disponga a terminar un significativo compromiso en Caracas. En el equipaje una segura corbata negra. Color azabache el traje. Es obvio.

–¿Vale la pena movilizar en su contra buena parte de la opinión de la derecha y meter en apresuramientos logísticos al Estado Mayor Presidencial e iniciar un vuelo de casi seis horas sólo para ir a un velorio?

En este caso sí. No solo son las exequias del político sudamericano más interesante e importante después, quizá de Juan Domingo Perón o Salvador Allende; Luis Ignacio Lula da Silva y alguno otro, sino una oportunidad para recomponer las líneas divisorias en el mapa del mundo y recordar, ahora cuando todo parece comenzar de nuevo, dónde principia América Latina y cual es el sitio de ubicación real de México.

Y por casualidad el límite del mundo desarrollado está en la frontera sur del Río Bravo; no en la ribera del Suchiate, como nos lo hicieron creer tras la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. México no
Se ubica, al menos no todo México, en Norteamérica. Nuestras verdaderas raíces culturales son mesoamericanas.

Obviamente las referencias a lo cultural histórico ya no tienen cabida en el lenguaje neo tecnocrático de la burocracia educada (o mal educada) en Estados Unidos y para Estados Unidos. Los cipayos se sienten gringos, como los “científicos” porfiristas se creían franceses. Quizá sólo Vasconcelos nos hizo mirar el verdadero rostro en el espejo, pero esas son disquisiciones inoportunas.

Lo notable, en todo caso es la realineación geográfica de algunos intereses mexicanos cuyo desarrollo y logro deben pasar, necesariamente, por América Latina. No será Petróleos de Venezuela el nuevo modelo para la evolución de Petróleos Mexicanos cuyo camino a seguir, ya ha sido proclamado, es el de las empresas de Noruega o Brasil. Tampoco va a heredar México, por un pésame en el tumultuario adiós a Hugo Chávez, ninguno de los compromisos militares con Rusia ni participará con plena solidaridad en los esfuerzos atómicos de Irán.

Pero la libertad de sentarse a la mesa con quien se quiera hacerlo o acudir a servicio de difuntos o expresar sentimientos de pesar por la muerte de un jefe de Estado, debe ser parte de la nueva política exterior, sobre todo cuando Chávez fue uno de los primeros estadistas en el continente, en felicitar al Presidente Peña mientras los “izquierdistas” locales lo hostigaban con el rollo de la ilegitimidad electoral.

Pero más allá de esa simple gratitud circunstancial, el gobierno de México debe reiniciar, tras el desastre panista, nuevas formas de cooperación multilateral. La vieja sentencia en torno de la ilusoria unidad latinoamericana suena en nuestros días de avasallamiento unipolar estadunidense como una chunga insensata.

Las ideas bolivarianas ya son materia de comicidad promovida precisamente por quienes hallan beneficio en esta dispersión del trópico subdesarrollado. Las peculiaridades jocosas del comandante Chávez se confunden con la seriedad de sus acciones geopolíticas.

Hoy vale la pena leer de nuevo a José Alvarado.

“… el Caribe, tan bello y emocionante es todavía un pobre mar esclavizado y sus olas, cargadas de prestigio y fulgor legendario son olas coloniales. Agua envilecida la del Caribe, pero precisamente por hombres de la América Latina.

“¿Habrá también mares subdesarrollados?

“¿Descubrirán un día los inventores de eufemismos olas retrasadas o incipientes o sirenas con bajo salario. Tal vez no tengan tiempo para ello.

“Llegan a Panamá mercaderías de todos los sitios de la tierra y soasan por ahí barcos de todos los puertos. Pudo haber sido y será, sin duda, un día un lugar para la cita de todas las razas y encuentro de todas las culturas. Mas eso ocurrirá cuando el Caribe sea de las Antillas, Centroamérica, Venezuela y Colombia y cuando haya, en verdad un Mar Latinoamericano. Todo ello tendrá que ser una consecuencia de la autonomía económica de todos nuestros países y a gran Reforma Latinoamericana. Reforma económica, política, reforma social, reforma cultural”.

–¿Imposible?

Chávez decía no. El futuro debe decir no.

MICHOACAN

Fausto Vallejo, gobernador de Michoacán, se vio forzado a tomar, por fin. El camino papal. Se va del gobierno. Quizá la oportunidad le haya llegado tarde y no deja de ser una pena: su mejor decisión, poner en la cárcel a los agitadores de la universidad, le causó el último desencanto de la política.

El buscó aplicar el derecho, la realidad se le presentó con la máscara de hierro de la impunidad.

Sin embargo le hizo un enorme servicio a la sociedad michoacana: impidió la llegada de la dependiente hermana incómoda. Y eso, no tiene precio.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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