Se cancela la asistencia del Presidente Enrique Peña a la toma de protesta de Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
No se debe en esta ocasión a divergencias políticas pues Mancera nunca quiso jugar el juego peligroso de la ilegitimidad. Tampoco se debe, como se dice en el lenguaje diplomático a cuestión es de agenda. No. Se debe a la prudencia ante las provocaciones.
La distancia presidencial del acto político más notable en seis años en esta capital nacional, deja a los anarquistas de la nueva guerrilla urbana sin materia para maquillar sus actividades subversivas. Hoy no podrán protestar por algo relacionado con el presidente de la Repíublica.
También se quedan sin materia de escándalo los abogados Sansores, Monreal y en los medios los epigmenios y similares. En el mundo de la realidad sólo quedará la ratificación del Procurador y el nombramiento del secretario de seguridad Pública.
–¿Cuáles fueron las consideraciones para cancelar esa asistencia al acto protocolario y dejarlo todo en manos del trabajo compartido y la concordia política? Muchos, algunos de ellos escritos en estas líneas:
Hoy llega al gobierno de la ciudad de México un hombre distinto. Ni es el militante furibundo de la izquierda mexicana, ni es tampoco el político formado en el escalafón de los partidos. No es un líder tribal ni un cacique de facción. Tampoco un empleado del cacique mayor. Es un hombre dedicado al ejercicio del derecho.
Profesional, sensato y por diversas circunstancias propuesto para la elección de notabilísimo triunfo, por el partido de la ambición multiforme ( y en algunos casos deforme), llega rodeado por las facciones de una izquierda lépera y rapaz cuya proliferación y lazos familiares han secuestrado la ciudad de México desde el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en el ya lejano año 1997.
Es decir, el dominio del Partido de la Revolución Democrática, hoy más segmentado, rasgado y enconado de cuanto sus fundadores hubieran querido ver, ocurrió en los últimos años del siglo pasado y nos ha llevado, en algunos aspectos al siglo antepasado, o antes.
Hoy, no sabemos cómo se presentarán las cosas, pero todo habría dependido también si Enrique Peña hubiera querido irse a meter al territorio apache de Donceles y Allende. Miguel Ángel Mancera habría enfrentado su primer careo con la peor realidad.
–¿Le hubieran recetado desde ahora una bienvenida los anarquistas del sábado pasado? ¿Su acercamiento institucional con el presidente de la República, quien le debe ratificar a su procurador y su secretario de Seguridad Pública, entre otras cosas lo convertirá en blanco de la ira tribal? Entonces las cosas le vendrían mal desde un principio y dura sería la cuesta del ejercicio de su autoridad.
El impresentable profesor René Bejarano y su no menos temible esposa, doña Dolores (nunca mejor puesto un nombre) le han exigido al jefe de gobierno más posiciones de las posibles. Secretarías, direcciones, el control del transporte, de los abastos, de la obra pública. No todo se puede conceder, pero en algo se debe ceder.
La finalidad del PRD, a la larga y como todos sabemos, no es gobernar; es administrar los negocios de la ciudad en medio de una inmoral impunidad no conocida nunca, ni siquiera en los peores momentos de la indecencia priista de hace años. Por eso quieren doblar a Mancera desde ahora, por eso querían utilizar la invitación al presiente Peña Nieto.
En esta ciudad hará falta una real labor de inteligencia (y Mancera lo sabe), para desmontar las redes terroristas del oriente urbano. Tláhuac, la zona colindante con Morelos (Huitzilac es un polo); la parte de Iztapalapa relacionada con Atenco y en general todo el campamento de guerrillas asociadas con narco menudistas (Neza, Nuevo Chalco, etc), como eslabones de organizaciones mayores ramificadas hasta Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas.
Pero en esa labor el GDF no puede actuar solo. Necesitará paradójicamente, el auxilio de la subsecretaría respectiva de Gobernación, frente a la cual, cosa extraña, se encuentra Manuel Mondragón cuya labor al frente de la SSP capitalina fue positivamente calificada por tirios y troyanos, hasta el punto de haber sido invitado a un gabinete inexistente por el caudillo Andrés Manuel.
DETENIDOS
Una vez más los cómplices de la anarquía y demás, los 132 o quienes se motejen como quieran hacerlo, despliegan el manto lacrimógeno de sus quejas.
Acusan de represión a las autoridades, Alfredo Lecona, se lamenta radiofónicamente del cerco policiaco, como si las evidencia del delito no fueran reales, como si las cámaras formaran parte de una siniestra conjura contra la verdad.
Le dice al sistema: no le tienen miedo a la bomba molotov; le temen a la bomba de la verdad.
¿Cuál verdad, el mito fraudulento de la compra de la presidencia?
Entre las 16 personas liberadas, bajo las reservas de ley por falta de elementos (leo y reproduzco), se encuentran los académicos de la UNAM Iván Martínez Ojeda, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, y Alejandro Orozco Hidalgo, maestro de la Facultad de Filosofía y Letras y quien fue admitido para cursar un doctorado en la Universidad de la Soborna de París.
Pues vaya con La Sorbona. Quizás allá tampoco se curan la cruda de su 68.