Sí, en verdad hubo un momento placentero en las palabras nocturnas e intempestivas de Felipe Calderón al despedirse. Fue cuando dijo “me dirijo a ustedes por última vez”.
Por fin. Y lo hizo para agradecer sin darse cuenta de cómo y cuánto miles de mexicanos le guardaremos eterna gratitud por haber llegado al fin de su gobierno, por irse, pues, a la academia harvardiana (¿Harvard o Hard Bar?, diría el majadero) y dejar para la juiciosa historia la sentencia definitiva, la imborrable la perdurable, la insobornable.
Pero si el mensaje formal, encadenado, fue preciso, llano, sobrio, autocomplaciente y breve, no lo fue tanto la entrevista concedida a Joaquín López Dóriga de Televisa, en una bucólica caminata por los jardines de Los Pinos en la cual el asombro contemplativo no fue por las especies forestales sino por las estatuas de los ex en esa grotesca colección de bronces inmutables llamada “Paseo de los Presidentes”.
En esa entrevista Calderón reveló la raíz de aquella transmisión de poderes atestiguada por las Fuerzas Armadas, cuya finalidad era lograr el mando policiaco y militar en previsión del estallido en la Cámara de Diputados, lo cual –dicen–, podría ser replicado, con idéntica finalidad y mismo augurio, por el actual presidente electo, Enrique Peña Nieto.
Pero en fin , atónito se veía Calderón cuando López Dóriga le mostró un pedestal vacío. Quizá no fue su interés, pero en sus palabras cualquier simbolista estaría viendo el futuro, no el presente.
Hoy vale la pena repetir ese mensaje postrero cuyo escaso contenido nos de muestra cómo es fugaz la gloria de los hombres, como es fugaz el poder, cómo se todo se acaba, como se pasa la vida tan callando –decía el clásico—y cómo no hay sexenio que dure cien años, si se me permite la paráfrasis del viejo refrán. Sobre la marcha lo comentaré.
“Muy estimadas mexicanas. Muy estimados mexicanos (como se ve la cursilería de género hasta el final).
“Me dirijo a ustedes por última vez (agradecimientos de nuevo) , como Presidente de la República, y lo hago fundamentalmente para darles las gracias.
“Gracias, porque hace seis años me dieron un voto de confianza, que me acompañó durante todo este tiempo. Gracias por su esfuerzo de cada día y por sacar, entre todos, adelante al país.
“Mi corazón está y estará siempre con cada una y con cada uno de ustedes (la R., como decía Monsivais, declina tan gentil cardioregalo).
“Gracias a las mujeres trabajadoras en el campo, en la ciudad. A las profesionistas, a las mamás, a las amas de casa.
“A todos los trabajadores que, gracias a ustedes, logramos que hoy México esté de pie, a pesar de haber vivido una de las crisis económicas internacionales más graves de la historia.
“México es hoy distinto y es mejor, entre otras cosas, porque juntos logramos la cobertura universal de salud en éste que fue el sexenio de la salud (Zorilla nos recordaría, ahora resulta, los muertos que vos matáis, gozan de cabal salud).
“Gracias a todos los soldados, los marinos, los policías, los Ministerios Públicos valientes por defender a las familias mexicanas. Gracias, porque cuando la Patria los necesitó, ustedes dieron un paso adelante para defenderla (faltó un saludo especial para “Masiosare”).
“A los servidores públicos, a todos aquellos que han trabajado incansablemente por México, muchas gracias. Con su esfuerzo, hoy somos un país más fuerte y que puede mirar al futuro con mayor confianza y optimismo.
“Desde luego, a Margarita, mi esposa, y a mis hijos, muchas gracias por su cariño, por su paciencia, por todo su apoyo.
“Gracias a todas y a todos los mexicanos por su comprensión, ante las muy difíciles decisiones que tuvimos que tomar para hacer frente a tantos y tan complejos desafíos. Más allá de mis capacidades y limitaciones, les aseguro que he puesto toda mi voluntad y mi entendimiento para construir el bien común de los mexicanos (vaya, pues).
“Me voy (gracias) con la conciencia de haber actuado en cumplimiento de mi deber y responsabilidad al servicio de México. He trabajado para dejar una Patria más fuerte, con un mejor sistema de justicia. Más sano y con una economía sólida (una vez más las justificaciones sustituyen a la realidad).–
“Deseo al Gobierno que está por iniciar el mayor de los éxitos, porque quiero que le vaya bien a México.
“Servir a la Patria es el más grande honor que puede tener un mexicano. Servirla como Presidente es el más grande, también.
“Pero servir a México en momentos de dificultad, como los que nos ha tocado vivir, sin duda alguna, es un honor mucho mayor.
Hoy termina esta tarea, pero no mi compromiso (¿cuál compromiso?).
“Como ciudadano seguiré sirviendo a la Patria apasionadamente hasta el final de mis días (¿en una universidad estadunidense?), agradecido por siempre del privilegio que me ha dado la vida de ser mexicano.
“Muchas gracias y hasta pronto México (eso de hasta pronto México es como de Paulina Rubio al acabar un concierto).”
IMSS
Importante, muy importante y revelador de cómo es posible trabajar hasta el final. La adquisición de Afore Bancomer por parte del Grupo Financiero Bancomer y Afore XXI (del IMSS), logra una operación trascendente para el sistema pensionario y un éxito indiscutible del Director General, Daniel Karam quien de paso alza la mano y dice, aquí estoy.
La comisión de Afore XXI-Banorte (1.1 por ciento anual) es la más baja en todo el sistema. Cuando Karam llegó, Afore XXI estaba en séptimo lugar; ahora está en primero. De logro en logro.