En México la población ocupada en el servicio doméstico se estima en 2 millones de personas, de las cuales 80.2 por ciento son mujeres y 19.2% hombres. Este sector de la Población Económicamente Activa aporta el 21.6 por ciento del PIB, sin embargo las jornadas de trabajo superan las 8 horas diarias, los salarios no son acorde al esfuerzo que desarrollan y de prestaciones poco se puede habar, explicó la Diputada del Partido del Trabajo en la ALDF, Ana Estela Aguirre y Juárez.
Sin embargo, precisó que este es un trabajo digno, que en las circunstancias actuales vale más, pero tiene que regularizarse para que no se convierta en una explotación laboral, sobre todo que al ser un trabajo no calificado, su remuneración y valoración es subvaluada, se contrata verbalmente y es una actividad que no cuenta con reconocimiento social, por lo que las condiciones en que se desarrolla son desfavorables.
Ante tal escenario, la diputada Aguirre y Juárez preciso que el PT analiza cambios en materia jurídica, urgentes y deseables, que permitan entre otros aspectos una reglamentación transparente y precisa; jornadas y salarios justos, defensa jurídica adecuada para castigar explotación y abusos.
Entre los puntos a considerar, adelantó la legisladora petista, se contemplan establecer días de descanso, no sólo uno; vacaciones pagadas, aguinaldo. Existen antecedentes de estas propuestas, pero desde hace 12 años no se ha sido del interés de los partidos políticos para legislar el asunto, pero serán los diputados del PT en la ALDF quienes retomen la iniciativa, porque tiene que considerarse al trabajo doméstico con todas las garantías que proporciona el Artículo 123 Constitucional.
Precisó que el trabajo doméstico se encuentra protegido en los artículos 331 al 343 de la Constitución, pero resulta insuficiente para la defensa y protección de sus derechos laborales, pues en la práctica las obligaciones patrón-trabajador pocas veces se cumplen.
Finalmente, la diputada Ana Estela Aguirre pidió dejar de utilizar calificativos peyorativos contra estas trabajadoras, que lo hacen con dignidad y honestidad, y sugirió que se les nombre de manera habitual como “empeladas del hogar”.