La mañana del martes, con motivo del Día de la Lealtad, cuando ya la breve carta de renuncia de Fernando Gómez Mont al Partido Acción Nacional –verdadera pieza de artillería– estaba sobre el escritorio, el general secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván, usurpó por momentos las funciones de interlocución política a las cuales está legalmente llamado el secretario de Gobernación.
Su promoción de la reforma política calderonista, un tema estrictamente civil, fue, para decir lo menos, una sorpresa.
“Es ésta una oportunidad inmejorable para tomar decisiones, cambiar lo obsoleto y anquilosado, e impulsar lo vigente o innovador. Sólo mediante reformas integrales estaremos en condiciones de consolidar ese bienestar colectivo que todos exigen, pero que no todos procuran.
“Esa es la propuesta. Esa es la convocatoria presidencial. No es utopía, se trata de voluntad, de responsabilidad cívica y compromiso histórico. Entendemos que el poder político es complejo y acumula variados intereses, propios de su naturaleza, normas y fines.
“No obstante, en todo momento y circunstancia, es necesario anteponer el apego nacionalista”.
¿Tiene el alto mando derecho de intervenir, así sea con la aparente simpleza de una reflexión positiva en torno de los pronunciamientos de quien a fin de cuentas es su jefe superior? Para la mayoría de los observadores políticos, no.
Y la negativa nada guarda en relación con cuestiones jurídicas, sino con la natural conveniencia de mantener separados los asuntos castrenses de los civiles. Y la política en su ejercicio es un asunto civil, a pesar de los muchos ejemplos de soldados con trayectoria personal en la vida pública.
Muchos recuerdan a uno de los más longevos presidentes del Comité Ejecutivo Nacional del PRI (estuvo poco más de cuatro años), el general y licenciado Alfonso Corona del Rosal, quien fue serio aspirante a la presidencia de la república y jefe del Departamento del Distrito Federal, como todos sabemos. Pero Corona no llegaba al partido con el uniforme puesto (en ningún sentido).
–¿Pesa más su grado militar o su condición de civil? –le pregunté un día.
–Estoy muy orgulloso de mis dos condiciones –me dijo–, pero ahora estoy apartado de las labores militares.
Como sea, el general Galván se ha pronunciado y no ha cometido con ello delito ninguno, pero es de notar su cambio en el discurso y la correspondencia de los apoyos.
Hace un par de años su preocupación no era la reforma política sino la reforma jurídica, al menos en torno de las condiciones en las cuales el Ejército ha salido a las calles, al parecer por tiempo interminable.
Hace un año, precisamente en el mes de febrero, el secretario Galván Galván le pedía al aparato legislativo nacional una nueva ley para otorgarle marco a las nuevas labores del Ejército en asuntos de seguridad pública, esto es, la presencia de las fuerzas armadas en las calles.
Hace 12 meses escribí aquí:
“Pero sobre esa lucha y la forma como se desarrolla nos ha hablado en tonos sumamente importantes el general secretario (GGG), quien ha puesto varios dedos en las llagas jurídicas del país. Especialmente en una: la necesidad de contar con un marco jurídico para justificar y respaldar las acciones de las fuerzas armadas en materias ajenas a su estricta competencia institucional”.
En este sentido, el Poder Legislativo no ha tomado en cuenta hasta ahora esas peticiones castrenses. Y por lo visto el señor general Galván Galván ya se ha olvidado del tema o al menos ha considerado inútil insistir en él. Pero en lugar de una nueva ley tenemos un discurso de apoyo mutuo.
Esto dijo Felipe Calderón el mismo día cuando el más distinguido militante del PAN le tiró el arpa, o sea, cuando perdió un notable respaldo moral mientras confirmaba el restante:
“Contra lo que algunos piensan, (la violencia) no se terminará con el repliegue de las fuerzas federales. Por el contrario, se recrudecerá con una agravante inadmisible: el repliegue dejaría en total abandono a la ciudadanía y familias mexicanas en las manos sangrientas de los criminales.
“A quienes pretenden ver a México claudicar y dar marcha atrás les decimos que el Estado es fuerte y se mantiene firme en su empeño, porque cuenta con mujeres y hombres íntegros y valientes que, desde instituciones como la Fuerza Aérea Mexicana, seguirán luchando hasta alcanzar la victoria”.
CHISTORETE
La renuncia de Gómez Mont no es política, es de consejo médico. Como parte del tratamiento para controlar su excesivo peso, el nutriólogo le prohibió el pan…