La muerte del secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora y del sub secretario Felipe Zamora –sin dejar de lado al resto de los fallecidos–, fue indudablemente un enorme golpe para la estructura de operación política del presidente Felipe Calderón. Fue también un daño emocional severo cuyas huellas aún se advierten. Un zarpazo del destino al cual no se le encuentran explicaciones convincentes (ni suficientes en la mengambrea de la SCT) como tampoco se advierten datos fundados para aplaudir o al menos no criticar el nombramiento del sustituto principal.
Con mucha frecuencia se dice del habitante de Bucareli, es el segundo hombre en importancia política del país. Quizá en otros tiempos, ahora ya no lo es.
La secretaría de Gobernación dejó de ser (tan) importante cuando el sistema de control dejó espacio a nuevas formas de administración política. Gobernación perdió los colmillos y se quedó como una abuela chimuela a quien nadie le hace caso. El “ogro filantrópico” es apenas un remedo.
La secretaría de Gobernación, plena de funciones legales y teóricas, ya no tiene los instrumentos policiacos del país ni tampoco de espionaje y posterior control político como antes se realizaba. Hoy la liberalidad “democrática” le ha quitado su fortaleza y por tanto la eficacia.
En sus “mejores” momentos Gobernación hermana la seguridad nacional con la seguridad del gobierno a través de la mano dura. A veces durísima. Y a eso se le agregaba la dirección de los procesos electorales, su control, y su orientación.
Hoy todo eso es una memoria brumosa.
Por eso llama mucho la atención el relieve de los méritos de Alejandro Poiré en la exposición de motivos para su nombramiento. Hubiera sido mejor un simple “se me dio la gana”.
Pero vale la pena la lectura detallada de estos asuntos. ¿Cómo lo ha explicado el Presidente?
Primero, tras la advertencia de una reflexión profunda. Después, con una conclusión: reflexionar es sinónimo de acertar. A veces. A veces se yerra peor.
Y después por la relatoría de los méritos “sólidamente acompañados por conocimiento y experiencia también en los ámbitos político, electoral y migratorio”.
Robusto catálogo de atributos.
El Presidente también reivindicó las capacidades del secretario para encabezar la política interna en la contienda presidencial y se dijo seguro de que se conducirá “como un interlocutor eficaz del gobierno federal con las distintas fuerzas políticas, con las autoridades electorales, con todas las instancias participantes en este proceso electoral”.
Sin negar ninguna de estas potencias en la persona designada, valdría la pena saber si su primera reacción ha sido la más adecuada. La organización de los procesos electorales, su conducción jurídica y su realización pacífica, no son materia de la competencia de Gobernación. Eso le toca, gracias a las nuevas instituciones nacionales, al Instituto Federal Electoral.
En este sentido las primeras palabras del doctor Poiré quedan como una tarea para criptólogos, pues la verdad los mortales comunes y corrientes (más de esto o de aquello según se quiera) no entendemos nada. Pero nada de nada. Mire usted:
“Como todos sabemos—dijo Poiré cuando se dio por enterado de las instrucciones presidenciales–, y lo ha hecho usted también patente en sus instrucciones, el año que viene estará marcado por un proceso electoral Federal.
“Conozco el ámbito como académico, como servidor público; más recientemente como miembro de un partido político, cuyos valores democráticos he puesto siempre en práctica.
“Estoy absolutamente convencido de la fortaleza de nuestras instituciones electorales, pero sé, también, que no podemos dar esta fortaleza por hecho”.
A ver, vamos ver. Si alguien dice “estoy absolutamente convencido de la fortaleza de nuestras instituciones” y al siguiente suspiro afirma “que no podemos dar esa fortaleza por hecho”, entonces nos coloca a todos en el mundo ingrávido.
–Por fin doctor. ¿Está usted absolutamente convencido de algo o no puede darlo por hecho?
Claro. El joven doctor estaba emocionado pues no todos los días tiene uno la fortuna de caerse para arriba de tan significativa manera. Pero en esas alturas las palabras adquieren otro significado. Es como si uno se confunde entre el Ecuador y el Uruguay, ¿verdad?
Pero ha habido más detalles en las palabras del joven secretario de Gobernación. Y me refiero a sus pocos años pues es notable su precocidad: para alguien nacido en 1971, haber sido “Director Ejecutivo de Prerrogativas y Partidos en el Instituto Federal Electoral, en el periodo 2003-2005 y de entonces para acá, Director General de Análisis Político de las Oficinas de la Presidencia de la República; Comisionado para el Desarrollo Político, Coordinador de Asesores del Secretario de Gobernación; Subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos; Secretario Técnico del Consejo de Seguridad Nacional y del Gabinete de Seguridad Nacional; Vocero de la Estrategia Nacional de Seguridad. En sus distintos encargos en la Administración Pública Federal; Director General del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN)» y ahora secretario de Gobernación, no está nada mal.
Pero nos debe explicar las cosas de otro modo. Por ejemplo, ¿hablaba de algo en particular cuando prometió cerrar filas para impedirle al crimen organizado la distorsión electoral?
Parece ser, pues hasta su efímero sucesor en el despacho, no en el cargo, el diligente Juan Marcos Gutiérrez quien hizo un mini informe de sus vivencias en Bucareli, se refirió al caso Michoacano en el cual, como se sabe, perdió la elección Doña Cocoa, hermana de quien ya todos sabemos. Y también sabemos cómo la dama culpó de su derrota (o atribuyó la victoria de su oponente) al crimen organizado, amenazante, ubicuo e intimidante.
J.M. Gutiérrez fue más allá:
“Es mi deber señalar mi preocupación y rechazo al fenómeno que advertí durante el proceso electoral del estado de Michoacán, del pasado 13 de noviembre, en ocasión de acompañar a sus autoridades en la tarea de aplicar el protocolo de apoyo a las mismas para la seguridad (¿y las policías y el Ejército?) de dicho proceso.
Por eso el secretario, al recibir la oficina de manos de tan sobresaltado caballero, ha dicho:
“En el 2012 sabremos encarar un proceso que naturalmente será competitivo con entereza, con serenidad, con franqueza, con confianza de lo que somos capaces en materia política.
“Estemos seguros, trabajemos y entreguémosle buenas cuentas a la República. Por eso es que hago un llamado a cerrar filas con México, con sus instituciones, con la legalidad, en beneficio de nuestro país.
“Por eso es que no habremos de permitir que el crimen, cualquiera que sea su expresión, invada nuestro derecho a elegir libremente a nuestros representantes”.
No debe haber ni un solo mexicano capaz de discrepar de tan patrióticos afanes. Eso de no permitirle al crimen la invasión “de nuestro derecho a elegir libremente a nuestros representantes es una verdad de a kilo y con ella tiene el señor secretario la adhesión de todos los ciudadanos (y ciudadanas, como dicen los panistas).
Pero no sabemos cómo.
VERACRUZ
Quien comienza a voltear la tortilla en la percepción de la seguridad en su estadio es el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa. El barullo de otras informaciones dejó de lado algunos detalles interesantes de la nueva concordia con el gobierno federal en la materia más sensible del sexenio: la inseguridad nacional.
Dijo Duarte en su mensaje político en el primer informe de aniversario de su administración:
“Mi compromiso es brindar seguridad con legalidad. Se ha instrumentado una política integral que comprende acciones que definen el nuevo modelo de la policía veracruzana.
“El Gobierno del Estado, junto con el Gobierno Federal, pusimos en marcha el programa Veracruz Seguro, con el propósito de combatir y debilitar las estructuras delictivas. En la lucha contra el crimen organizado, mi gobierno seguirá siendo un aliado del presidente Felipe Calderón Hinojosa.
“Las estrategias en materia de seguridad pública se sustentan en lograr la dignificación policial, en incrementar la coordinación institucional y trabajar arduamente en la prevención del delito y en la participación ciudadana.
“Hemos avanzado como nunca, para contar con una policía digna, justa y respetada (fueron auditados 46 procesos en 16 áreas certificadas con sistemas de calidad”.
Y en ese sentido Duarte rebate a quienes confunden la aportación militar y naval con una imposición:
“Me refiero a la violencia de grupos de criminales. Estas expresiones de violencia nos llenan de indignación y nos obligan a actuar con firmeza. En Veracruz combatimos al crimen de frente.
“Para contrarrestar a estos grupos, solicité que el esfuerzo estatal tuviera el respaldo de las instituciones federales de seguridad.
“Hemos dado total apoyo a la estrategia del Gobierno del Presidente de la República, y agradecemos la respuesta ágil, firme y solidaria del Gobierno Federal. Con el Gobierno Federal hemos establecido una adecuada coordinación, asumiendo la corresponsabilidad de tareas y obligaciones, así como la aplicación puntual del Estado de Derecho.
“Quiero aquí, con el permiso de ustedes, hacer un especial reconocimiento a la dedicación, al trabajo y a la lealtad de las Fuerzas Armadas de la República, el Ejército Mexicano y la Marina Armada de México, que con patriotismo contribuyen a garantizar la seguridad y asistencia de la población, siempre actuando en el marco estricto de la ley”.
Una buena forma de acabar con la discusión bizantina entre si la milicia debe o no debe actuar en labores de seguridad pública.
PEÑA
Entre las muchas cosas interesantes en el viaje de Enrique Peña Nieto a Estados Unidos estuvo sin duda su prolongada exposición a los medios de comunicación de ese país. El «road show» fue abrumador. Televisión, radio, periódcos, del NYT al Washington Post, Bloomebrg, las cadenas hiospanas; en fin, todo Dios.
Como parte de esas conversaciones Peña se reunió con Flora Lewis, quien fuera corresponsal del NYT en México y una de las reporteras con las cuales habló Felipe Calderón cuando acusó al PRI de futuros pactos con la delincuencia si llegara a cambiar el color del gobierno mexicano.
Quienes atestiguaron la reunión refieren la buena impresión de la señora Lewis tras la plática con Peña.