Como si se tratara de algo realmente importante los profesionales del lugar común, la respuesta uniforme y la corrección política se estremecen por la negativa de Televisión Azteca para transmitir un partido de futbol dominical de su propio equipo en lugar del debate convocado por el IFE para ver cual de los candidatos a la presidencia saca de su cuero más correas.
“Es una prueba para su vocación democrática”, ha dicho como San Sebastián bajo la lluvia de flechas el novel consejero Lorenzo Córdova quien sin duda desconoce el comportamiento de las televisoras el resto del año y a lo largo de la historia.
Ahora resulta; si al margen de todo persisten los usos y costumbres de la autorregulada “Caja idiota” (1), todo se puede perdonar siempre y cuando sean democráticos el día de nuestro debate, el primero de ellos por cierto, pues antes la potestad sobre la múltiple exhibición le correspondía a la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión, como todos sabemos.
Pero no esa actitud de sorpresa de algunos consejeros lo único llamativo en esta discusión bizantina entre las bizantinas. Lo peor es la reacción de “tuiteros” y otros ociosos de la “información”.
Ricardo Salinas Pliego no quiere jugar a la matatena electoral con los ciudadanos; la TV no tiene derecho, ¿cómo es posible poner al futbol y sus patas por encima de la política y las suyas? Y en general todo un catálogo de boberas como si en verdad el supuesto debate (cuyo formato lo hace fofo y guango) tuviera alguna importancia.
En el extremo de la distorsión se ha confundido el ejercicio de análisis y exposición colectivo con un partido de fútbol: vamos a ver quién gana el debate, decían algunos entusiastas de la quiniela. Ahora podrán apostar al Santos-Morelia y al candidato de su preferencia.
Sin embargo en tonos quizá más serios valdría la pena analizar esta nostálgica reclamación por la cadena ´perdida.
En los años cuando la TV privada era “soldado del presidente” y la actual empresa del Ajusco una empresa del gobierno, las cadenas se hacían por una cosa o por otra.
Este redactor aun recuerda cuando fue contratado por RTC para trasmitir en vivo –en cadena nacional; esto es decir, toda la TV de todo el país–, el regreso del señor Presidente de un viaje de trabajo por Europa (había ido a Caparroso a conocer la raíz de sus patillas y vellosidades hispanas) y el PRI lo recibía con un emocionado y fervoroso acto masivo de reconocimiento al esfuerzo trasatlántico en pro de la mejor colocación internacional de México en el concierto mundial.
Así se actuaba y así se hablaba en aquel tiempo.
Hoy; todos hemos criticado la frecuencia con la cual el Presidente Calderón utiliza las cadenas y los mensajes por TV. Casi tanto como el aluvión de millones de spots y propaganda de los partidos y el propio instituto.
Y en aquellos tiempos, como en estos, el alegato es el mismo: se debe permitir la libre elección del ciudadano. Y no se es tal sino hasta la mayoría de edad.
Vea usted el debate, si le importa; vea el deporte, si le gusta, o en un acto de suprema sabiduría apague la TV.
Hoy, sin suponer en la negativa de Salinas Pliego de optar por el deporte y desplazar la política como un reconocimiento a la madurez del público, sino como un subterfugio para exhibir su fuerza frente al IFE, contra el cual mantiene pleito claro desde la reforma electoral del 2007, los ciudadanos hemos ganado.
Por lo menos no se nos ha impuesto la uniformidad. Una cosa es democracia y otra imposición en nombre de la democracia. Además los concesionarios (también en este caso) tienen la opción legal de hacer cuanto les venga en gana. Y lo harán. Quienes no se zafan de la “debatitis” son los permisionarios quienes lo harán por obligación; no por “vocación democrática”.
BARDAS
Pinta bardas la señora Margarita Zavala y su esfuerzo de propaganda partidista nos recuerda cuando en la elección para jefe de Gobierno Jesús Silva Herzog, acompañado por Francisco Labastida, le pudieron grafiti a una barda en Iztapalapa.
La autoridad del DF les impuso una multa. Ahora no ha pasado eso, ni pasará. La primera dama, con brocha gorda y con barda o sin ellas, es la primera dama. No faltaba más.
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(1) ¿Entonces cree usted que se puede lograr una televisión que no merezca el adjetivo de “caja idiota”?
“Absolutamente. La caja idiota se refiere a la televisión comercial, cuyo objetivo es ganar un mayor público, llegar a una audiencia popular. Por lo tanto, el nivel cualitativo de su programación es bajo. Sin embargo, existe, en parte, una saturación de esos contenidos, lo cual se contrarresta con una televisión no idiota que no existe para hacer dinero sino para hacer cultura y, por supuesto, el medio lo permite (Giovanni Sartori en entrevista con Guadalupe Alonso, revista de la UNAM ).